A veces es tu gatita que descubrió dónde localizar el rollo dentro del cuarto de baño y no pierde ocasión de escurrirse entre tus piernas cuando tú abres la puerta, y lanzarse sobre el papel. Y desenrollarlo todo, envolverse con él, y jugar como ella sabe. O puede tratarse de tu hijo, que aun está aprendiendo a limpiarse, y hace lo que todos los niños, ¡parece que se cuelga del rollo y tira y tira casi sin fin!, hasta que lo encontrás y volvés a indicarle que no hace falta tomar tanta cantidad. Y esto mismo puede ocurrirte a vos, que al agarrar el papel estirás demasiado el rollo y te quedás con una cantidad innecesaria. El papel expuesto, así sin más, puede mojarse, humedecerse con el vapor o mancharse. O terminás usándolo para lo que no era: sonarse la nariz, hacer una pelota-bollito para la gata (mejor que juegue con eso).
Sea cual fuera el caso, lo cierto es que el papel se desperdicia. Y luego, cuando lo necesitás para darle su uso correcto, ¡no hay más! Para que esto no te suceda, considerá esta sencilla recomendación: al elegir el dispensador de papel de tu cuarto de baño, optá por los modelos que vienen con una tapa. Podrás protegerlo de la vista de las mascotas curiosas, de que se moje y de que sea lo primero que uses ante necesidades de todo tipo. Incluso, los obligará a tu hijo, y a vos mismo, a prestar algo más de atención a la cantidad que toman.